Alguien
que tenía agregado a mis contactos me estaba llamando al celular. Deje que
sonara uno segundos mientras trataba de recordar quien era. Era un nombre
de mujer. Hice un esfuerzo por visualizar esta persona, pero nada.
Estaba
un poco ocupado y por regla siempre me ocurre lo mismo que cuando más ocupado
estoy, por alguna misteriosa ley no escrita, me llegan más llamados que nunca.
Bueno,
al menos no era de esos números raros y desagradables que te anuncian cosas que
no has solicitado o alguna campaña bancaria anunciando préstamos a intereses
imposibles de pagar.
¿Hola?
¿Buenas, que tal? ¿Soy Susana de la clínica (nombre ficticio) Cómo está? Mire
tengo un problema, necesito evaluar a una persona porque me han robado una caja
completa de pruebas rápidas de Covid. Me decía la voz.-
Todavía
estaba procesando sus palabras y el tono familiar con el que me hablaba como si
fuéramos conocidos de siempre, pero como no me venía a la memoria nada y
entre sus palabras había escuchado que quería una evaluación, atiné
correspondíendo de manera automática a su familiaridad con un: Claro!...
No hay problema. Envíeme a la persona y con gusto la atiendo.
A
lo que respondió de manera acelerada con una avalancha de interminables
argumentos, hechos y descripciones, siempre en forma coloquial y cada vez más y
más informal, soltando de rato en rato una risita monótona e irritante.
-
Bueno, no se preocupe. Dije. -
El
preocupado era yo porque prácticamente me está diciendo que la persona que
me estaba enviando era el culpable y mi mente jugaba descontrolada entre sus
palabras con imágenes de un verdugo ejecutando a un pobre infeliz.
-
Envíeme por WhatsApp los datos y qué es lo que quisiera preguntarle
directamente a la persona. Contesté -
Luego
cuando le dije el costo me pareció sentirle un cambio de velocidad y casi
disimulando me decía que una persona se pondría en contacto conmigo.
A
los dos días alguien me llamaba preguntándome la dirección para una evaluación
por una acusación de robo. Era el técnico de aire acondicionado que había
estado realizando una instalación en la clínica de la doctora Susana el día que
se perdieron las pruebas rápidas de Covid.
Mi
sorpresa fue grande cuando concluí que el evaluado luego de un procedimiento
estandarizado, realizando dos preguntas relevantes, una de autoría y otra de
conocimiento, había salido aprobado con un alto puntaje positivo.
El
proceso había sido relativamente fácil. Era el típico evaluado indignado
por la acusación que de manera ingenua había negado una tras otra las preguntas
de mentira probable.
En
realidad, su lenguaje corporal y testimonio coincidían en gran manera
causándome un conflicto interno que crecía a medida que iba calificando las
gráficas.
La
doctora en su llamada telefónica había sido muy convincente también, pero su
testimonio se notaba que era producto de prejuicios, además daba por sentado
que sus colaboradores de la clínica estaban fuera de toda sospecha. Cosa
que por experiencia se que nunca se debe de hacer en una investigación y menos
acusar a alguien sin pruebas.
Las
gráficas eran concluyentes. Este tipo era inocente.
Lo
que alivió un poco la carga era que al final el que pagó el servicio fue
el técnico y no la doctora. Tarifa que para el mercado local es alto e
inusual. Tanto que la misma doctora se tomó su tiempo para convencer al
dueño de la empresa de aire acondicionado que eran ellos los que debían asumir
el costo amenazándoles con retener el pago que les tenía pendiente si no
pasaban por la prueba de polígrafo.
El
tipo contento y aliviado de la presión me pidió que le envíe una copia del
informe a su jefe y a la doctora. Estaba feliz, podía continuar con su
vida.
Aunque
que era relativamente joven nunca lo habían calumniado tan ferozmente, y lo del
polígrafo lo había sorprendido de manera inusual, sin embargo la colaboración
que presto y ecuanimidad durante la entrevista, me habían dado una buena
impresión que luego las gráficas corroborarían.
La
doctora me conocía por un caso anterior donde un IPhone se había perdido de sus
instalaciones. Aquella vez se evaluó a cinco personas. Una sola había
reaccionado a la pregunta relevante.
Ahora
me tocaba darle la noticia a la doctora. Le envié un mensaje por WhatsApp
que dejó en "visto" y recién al día siguiente me llamó. Esta vez
con un tono de voz grave y pausado.
No
me esperaba algo raro o desatinado de su parte, pero es que me imagino su
sorpresa. Sorpresa porque su gente era culpable. Entonces la presión
ya no era para mí, sino que era ella quien tendría lidiar con un ladrón
escondido. Un lobo disfrazado de oveja...
Señor
Ramírez, no fue el joven. Salio bien en la prueba. -Me dijo -
Si.
No hay indicios que este mintiendo. -Contesté -
Ok,
no se preocupe, gracias. Estamos en contacto. Hasta luego... Colgó -
Al
mes me citó en sus instalaciones y luego de evaluar al personal, entre ellos
una mujer de procedencia venezolana, quien desempeñaba las labores de
limpieza en la clínica, pero que en su país trabajaba como educadora.
Dos
evaluadas reaccionaron a las preguntas relevantes. Una de ellas
encargada del laboratorio y la otra, técnica enfermera. Luego me enteré
que eran amigas íntimas.
La
segunda manifestó un nerviosismo inusual. Me quiso dar una dirección de
domicilio distinto y su lenguaje corporal era demasiado evidente. Sus
escusas, muy comunes entre los que se les encuentra reacciones indicativas de
engaño se repitieron varias veces durante la evaluación.
La
encargada del laboratorio tuvo un lenguaje no verbal confuso. Fue al
comienzo muy ceremonial utilizando términos formales, pero luego del rapport
cambió 180 grados. Algo que no me agrada mucho porque me toca asentir a
sus comentarios sin sentido siguiéndole la corriente hasta obtener alguna
pista.
La
doctora quedó satisfecha. Había tenido un tiempo para reflexionar y dejar
de llevarse por prejuicios para reconocer que su gente había cometido una falta
tan tonta pero grave pues estaba de por medio la confianza.
De
manera premonitoria, por una celebración de cumpleaños no autorizada
ocurrida unos días previos a las evaluaciones, había suscitado un
entredicho entre una de ellas y la gerente que dejó en evidencia cierto
resentimiento.