En general los seres humanos no somos tan buenos para detectar mentiras como creemos...


Detectar mentiras es una habilidad crucial en diversas situaciones de la vida, pero la realidad es que no somos tan buenos en ello como podríamos pensar. 

 Las consecuencias de no poder discernir la verdad de la mentira son especialmente graves en el sistema de justicia, donde los falsos testimonios, las identificaciones erróneas y las confesiones falsas han llevado a la condena de miles de personas inocentes. 

 La habilidad de mentir es una herramienta refinada por aquellos que la emplean, a menudo de manera más intensiva que nuestra capacidad para descubrir el engaño.   Los mejores mentirosos invierten una gran cantidad de energía en engañar, aprovechando nuestros instintos más nobles y nuestra tendencia natural a confiar en los demás.  Es un juego sutil que puede tener consecuencias devastadoras, como se evidenció en casos como el de Jerry Sandusky, el ex entrenador de Penn State.

 Confiar en las palabras de los demás es esencial para el funcionamiento de la sociedad.  Sin embargo, traicionar esa confianza con mentiras puede generar desconfianza y escepticismo generalizados, lo cual es comprensible pero no siempre realista. La realidad es que no existe una fórmula mágica para detectar mentiras con certeza, ya que los estafadores exitosos son expertos en superar nuestras defensas.


Se ha desmentido el mito de que ciertos comportamientos, como mirar hacia otro lado, son signos seguros de mentira.  Incluso los profesionales altamente capacitados, como los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y los jueces, pueden ser engañados, como lo ha demostrado el ex agente de contrainteligencia del FBI Joe Navarro.  En muchos casos, las confesiones falsas, que representan una cuarta parte de las exoneraciones por ADN, demuestran la fragilidad de nuestro sistema de justicia.

Ante esta realidad, la solución puede ser adoptar un enfoque humilde y examinar los hechos cuidadosamente.   La única manera de acercarse a la verdad es hacer preguntas y corroborar cada detalle de lo que se dice.

Aquí es donde entra en juego la importancia del uso del polígrafo en los procedimientos judiciales.  Si bien no es infalible ni es la única herramienta, un polígrafo puede proporcionar información valiosa que complementa una investigación, ayudando a los expertos a tomar decisiones más informadas y evitar condenas erróneas.

En definitiva, detectar mentiras es un desafío constante, y reconocer nuestras limitaciones es el primer paso hacia una justicia más justa y precisa. La introducción del polígrafo como herramienta adicional en las investigaciones y procedimientos judiciales puede contribuir significativamente a la búsqueda de la verdad y proteger los derechos de quienes intervienen en el sistema de justicia.